En los rincones oscuros y vibrantes de Medellín, el rock sigue retumbando con fuerza. Es un latido que nunca ha dejado de sonar, aunque muchas veces lo haga bajo la superficie, lejos del brillo de los escenarios más visibles. La escena underground de la ciudad se caracteriza por su autenticidad, su crudeza y la energía desbordante de aquellos que la conforman. Pero, como en toda lucha, hay divergencias en cómo se perciben los desafíos que enfrentan los músicos locales.
Hablar con los músicos de la ciudad es adentrarse en un mundo de contrastes. Algunos sienten que el camino para hacer despegar su música está lleno de obstáculos, principalmente por la falta de apoyo institucional y de espacios para tocar. “Aquí hay mucho talento, pero no hay dónde mostrarlo”, comenta uno de los integrantes de una banda que ha tocado en casi todos los bares del circuito independiente. Es una queja recurrente, un eco que se repite en las charlas nocturnas después de cada concierto. Para muchos, la falta de visibilidad y recursos es el mayor impedimento para que el rock en Medellín alcance su verdadero potencial.
Sin embargo, hay otra voz, más vibrante y desafiante, que se alza desde el fondo de las guitarras distorsionadas. Esta voz, más que lamentar la falta de apoyo, se enfoca en la necesidad de hacer música que realmente impacte. “Más que esperar apoyo, lo que hay que hacer es música que le guste a la gente, música que la haga sentir algo, que la haga vibrar”, dice con firmeza el líder de una banda que ha hecho del DIY (hazlo tú mismo) su mantra. Para él, el verdadero éxito no está en conseguir más espacios o recursos, sino en ofrecer espectáculos que la gente recuerde, en crear canciones que se queden grabadas en la mente del público.
Es una perspectiva que desafía la noción tradicional de éxito en la industria musical. Para estos músicos, la clave está en la autenticidad, en la capacidad de conectar con la audiencia de manera directa y visceral. Creen firmemente que la calidad de la música y la energía que se pone en cada presentación son lo que realmente importa. “Si logras dar un gran show, la gente hablará de ti, compartirán tu música, vendrán a verte otra vez. Ahí es donde está la verdadera oportunidad”.
Medellín, una ciudad que ha visto nacer a grandes nombres de la música, sigue siendo un campo de batalla para aquellos que desean dejar su huella. Pero en este campo, no todos luchan por las mismas cosas. Mientras algunos siguen pidiendo más apoyo, otros han decidido que lo único que necesitan es hacer música con corazón y dar un espectáculo que nadie quiera perderse.
Al final, ambos enfoques tienen su mérito. El rock en Medellín sigue vivo gracias a la mezcla de esfuerzo, talento y pasión. Ya sea que venga de la mano de más oportunidades y apoyo, o simplemente de las ganas indomables de hacer ruido, lo que es seguro es que el rock no se apaga en esta ciudad. Sigue latiendo, bajo tierra o sobre los escenarios, buscando siempre esa chispa que lo haga explotar.